Desde los 10 años de edad, David Correa acompañaba a su mamá todos los días hasta su lugar de trabajo, el puesto estacionario en el que vendía blusas y pantalones, ubicado en la calle Sarmiento, convirtiéndose en testigo silencioso del duro trabajo que implicaba soportar el sol inclemente o fuertes aguaceros que sin anunciar se presentaban mojando todo a su paso.
Con el correr de los años comenzaron a compartir el mismo sueño, tener un local comercial propio que les permitiera salir de las calles sin perder el trabajo que les daba el sustento familiar, “una vez, en un ventarrón estas blusas salieron volando y terminaron sucias por allá como tres puestos más adelante; a veces se caían y también quedaban todas cochinas. La verdad era que no podíamos exhibirlas como queríamos”, expreso doña Luz Marina.
Cuando David conformó su propio hogar, su mamá le ayudó a montar también su propio negocio, heredando además las difíciles condiciones de la calle, “A veces nos alquilaban el baño, otras veces teníamos que pagar taxi para llegar hasta la casa lo más rápido posible, eran gastos que nos descuadraban. Estos baños de acá del Bicentenario quedaron hermosos, nos quitamos ese problema, nosotros estamos felices. El Alcalde ha hecho una gran gestión”, indicó Luz Marina.
Bicentenario
Después de años de lucha y miles de recuerdos que se arremolinaban en su cabeza llegó el día del traslado a su nuevo lugar de trabajo, estaba feliz, sin embargo no pudo contener las lágrimas, que afloraron como muestra de los sentimientos encontrados, la alegría por dejar la calle pero el sustico que da la incertidumbre de lo nuevo.
Hoy, con varios días laborando al interior del Bicentenario Plaza, en donde ella y su hijo tiene un espacio amplio para exhibir su ropa, incluso con vestidor, empieza a recibir a sus fieles clientes, quienes desde ya grabaron en su memoria la ubicación de los locales A12 y 114, hasta donde están llegando para seguirlos apoyando.
Comunicado de Prensa No.280.56.1.687
